La economía circular está ganando terreno en los negocios en Perú. En efecto, uno de los logros más visibles en el asunto a la fecha es quizá la creación de regulación que promete habilitarla: en 2020, se publicó una hoja de ruta (lineamientos) para impulsar este paradigma en el sector industrial y en noviembre pasado el Ministerio del Ambiente (Minam) puso a debate público un proyecto más amplio a nivel nacional (la Hoja de Ruta hacia una Economía Circular), que abarca una treintena de diferentes actividades productivas. Y no solo eso: también se ha forjado la Coalición Nacional de Economía Circular (CNEC), una alianza de 33 organizaciones públicas y privadas que apuestan por la ‘circularidad’.
Pero ¿qué es la economía circular? El concepto se contrapone al de economía lineal, que caracteriza el modelo productivo vigente actual, basado en extracción, producción, consumo y residuos, explica Mirtha Nazario, jefa de los Departamentos de Ingeniería Ambiental y Forestal de la Universidad Científica del Sur (UCSUR). Según sostiene Nazario, se trata de ‘pasar’ de este tipo de modelo al circular, enfocado en el reciclaje, evitando la generación de residuos y usando de manera eficiente la materia prima. “La idea es buscar esta eficiencia y minimizar los residuos. Es este cambio completo en el sistema económico que actualmente vivimos”, dice.
La propuesta es ambiciosa: invita a una nueva manera de operar, producir y generar crecimiento y rentabilidad.
“El sector privado peruano es muy consciente del paradigma y sé que está dispuesto a hacer esta transición”, afirma Jean Pierre Seclen, jefe del Departamento Académico de Ciencias de la Gestión de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Seclen lleva más de una década investigando temas de ecoeficiencia y hace unos cuatro años comenzó a abordar temas de economía circular. Y para Seclen, las empresas que están dando los primeros pasos son las ‘grandes’. Se refiere a compañías peruanas y multinacionales, con escala.
Estas empresas operan sobre todo en el sector alimenticio, consumo masivo, minería, hidrocarburos y agropecuario, textil, pesca y maderero, según las fuentes consultadas para este artículo. La mayoría está poniendo foco en la ‘circularidad’ de sus residuos, en reciclarlos y crear nuevos productos, es decir, en su fase productiva final.
Sin embargo, transformar los residuos y reinsertarlos en la cadena productiva o el mercado (en lugar de pagar por su disposición final) es solo una de las opciones para hacer economía circular en una empresa, dice María José Guzmán, jefa de Economía Circular del grupo chileno de gestión industrial de residuos Resiter. La compañía, con oficinas en Perú, Colombia, México y en España (desde el año pasado), también está impulsando la economía circular en otros ‘momentos’ de la producción, partiendo por el rediseño de empaques (para que sean reciclables y valorizables) y el tratamiento de residuos orgánicos para la fabricación de alimento balanceado. Justamente, este año el grupo planea traer a Perú EccoFeed, su filial especializada en transformación de mermas de alimentos para humanos en alimentos balanceados para animales. “Se va a dar certificaciones a nuestros clientes para que sepan dónde están yendo sus residuos”, dice.
Oportunidades en mano
El tránsito hacia una economía circular promete múltiples beneficios, empezando por aumentar la productividad del país. De implementarse este modelo al 2030 (que es el horizonte al que apunta la Hoja de Ruta en debate) el producto bruto interno (PBI) del Perú aumentaría en 2,41% y el empleo, en 2,27%, indica un estudio elaborado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
En ese escenario, el efecto debería ser expansivo e involucrar también a las pequeñas y medianas empresas (pyme), que representan más del 90% del empresariado peruano. Jesús Salazar Nishi, presidente ejecutivo de la Sociedad Nacional de Industrias (SNI), reconoce que hablar del tema es ‘complicado’ entre las pymes hasta ahora. Justamente, el gremio —que lidera la Secretaría Técnica del Grupo Impulsor de la CNEC—, en el marco de un programa financiado con dos millones de euros por la Unión Europea, busca impulsar prácticas de economía circular en al menos 5.000 pymes de Lima, Lambayeque y Arequipa del rubro textil y plásticos. “El reciclaje es la última fase de la economía circular en la industria. Deberíamos empezar por el ecodiseño. Ahí viene la gran capacitación que hay que hacer. El primer año, quizás un poco más del segundo, nos dedicaremos a capacitar y tener encuentros con clústers de calzado y plástico e indicarles cuáles son los modelos sostenibles”, cuenta Salazar Nishi. El programa, denominado “Negocios Sostenibles-Una economía circular e inclusiva”, se extiende hasta 2026.
En esa recta, la economía circular también abre la puerta para confrontar retos estructurales, como la informalidad, resalta Gisella Aragón Peñaloza, jefa del Observatorio de Políticas Públicas de la Escuela de Gestión Pública de la Universidad del Pacífico. Es por ello, que a su juicio, debería revisarse la regulación vigente para promover procesos circulares en actividades que, por cuestiones de “escala o restricciones normativa”, se mantienen en la informalidad. Tiendas de segunda mano, talleres de reparación y recicladores informales son algunas, dice.
También debería impulsarse la innovación del sector privado en materiales y procesos, de la mano de la academia, menciona Nazario, de la UCSUR.
Y algo no menos importante, según Seclen, será la concientización del consumidor, con el desafío de que las preferencias en países de bajos ingresos están orientadas por el precio antes que por la calidad y el valor que agrega el reuso.
El sistema financiero ocupa asimismo un rol central en el modelo, a juicio de Seclen, para quien un mayor involucramiento del Estado en la creación de facilidades de acceso a tecnología ‘verde’ contribuiría a su masificación, como lo hacen los países en Europa. En efecto, para el investigador, es en la importación de tecnología ‘verde’ donde las grandes empresas están empezando a materializar la apuesta por la economía circular. La Federación Peruana de Cajas Municipales de Ahorro y Crédito (FEPCMAC) ha observado la oportunidad. Según hizo público, recientemente ha capacitado junto al BID Invest a una treintena de funcionarios de su red para que puedan identificar proyectos circulares.
Los beneficios para las empresas
- Puertas adentro, el modelo de negocio circular es una oportunidad de rentabilidad, concluye Javier Perla, gerente de Sostenibilidad de SGS. En esa línea, el ejecutivo llama a las empresas, tanto las industriales como las del sector servicios, a poner en valor sus inventarios de insumos, productos, mermas y piezas defectuosas, entre otros elementos de su proceso productivo. “Ese sistema te ayuda a poder dimensionar qué cosas puedes hacer no solamente con el residuo que se genera, sino con el proceso que lo produce. La mejor manera de disponer un residuo es hacer que ese residuo no se genere”, remata.
Dos elementos clave
- A juicio de María José Guzmán, jefa de Economía Circular del Grupo Resiter, la revisión de dos elementos regulatorios podrían marcar un antes y un después en la economía circular en el país. Por un lado, la implementación de la denominada “responsabilidad extendida del productor”, que lo obliga a crear una solución para hacer la disposición directa de los residuos, no solo de planta, sino posconsumo. “Eso los obliga a que, cuando vayan a crear, se centren en materiales que se pueden reciclar a nivel local”, señala. Por otro lado, opina que la eliminación de “incentivos perversos”, como los precios de disposición final por tonelada de los residuos en rellenos sanitarios en el país, también contribuirían a acelerar la circularidad. Al respecto, apunta que en Chile el costo de disposición final de residuos no peligrosos es de unos US$ 10, mientras que en Perú es de US$ 5. “Si les das alguna solución de EC, puede que a corto plazo sea más costoso porque se tienen que usar máquinas o equipos para poder rescatar los residuos en mejor calidad. Eso nos pone esa barrera”, comenta.
Casos empresariales de economía circular
Nestlé
A mediados de marzo próximo, la corporación alimenticia comenzará a reciclar en Perú plásticos rígidos y flexibles (envolturas de galletas, helados, chocolates y empaques de café), de los cuales más del 95% fueron diseñados para ser reciclables. Para ello, la firma invirtió en una planta que se ubicará al lado del Centro Inclusivo de Recuperación Circular (CIRC) de la firma de reciclaje Sinba, con la que firmó un convenio. Evalúan usar el nuevo insumo para fabricar juegos para niños, estaciones de reciclaje, pallets y material para construcción. La empresa no reveló la cifra de inversión en la planta, que atenderá asimismo a terceros.
Innova Schools
En 2023, el colegio recicló 12,5 toneladas de residuos y evitó la emisión de 2,5 toneladas de dióxido de carbono equivalente, implementando planes de segregación en 12 de sus sedes. También promueve la lectura digital para reducir el consumo de papel. Como parte de su estrategia de economía circular, adquiere productos elaborados con materiales reciclados para sus operaciones.
Textil del Valle
La compañía textil invertirá US$ 670 mil para optimizar su planta de Chincha. El plan incluye la instalación de una planta de reciclaje para aprovechar los saldos y aumentar el portafolio de prendas recicladas. Para 2025, buscan usar solo energía renovable en sus operaciones.
Koplast Industrial
La compañía fabricante y comercializadora de tuberías plásticas desarrolló un “Compuesto Plástico Madera” a partir de desechos y cascarilla de arroz. Dicha solución les permite fabricar piezas para atender el segmento de edificaciones económicas del sector público, con módulos de vivienda, aulas escolares y postas médicas.
Industrias San Miguel
La empresa desarrolló una botella hecha de 100% plástico PET reciclado, que abastece a embotelladoras, y recicla 54.000 botellas posconsumo, según datos de la Sociedad Nacional de Industrias (SNI).
Ecoban
La firma de reciclaje de fundas plásticas de plátano fue fundada por la ONG Solidaridad, el productor e importador AgroFair y el Clúster de Banano Orgánico de Piura. Por año producen 400 toneladas de residuos de plástico, que reciclan y transforman en esquineros usados para el embalaje de las cajas en las cuales se comercializa la fruta. Por semana, producen 5.000 esquineros. Cubren el 30% de la demanda actual de las piezas de la industria bananera peruana.
(forbes.pe)