La Neurociencia cognitiva, iniciada por el español Santiago Ramón y Cajal (1852/1934), estudia cómo funciona el cerebro para generar conductas a partir de curiosidad, emociones, análisis, estructuras propias de cada persona en su esquema mental de conocimiento del mundo, analiza la relación entre percepción y pensamiento según cada individuo. No todos ponderan de la misma forma los datos que los rodean. Entender a qué le presta mayor atención una persona, cómo ordena y prioriza la información, cómo la analiza y saca conclusiones para tomar decisiones es fundamental para comprender la dinámica de los equipos y fomentar nuevas habilidades complementarias.
Sara Mendoza Figueroa – Gerente de Marketing – VISMA Latam, expertos en soluciones para recursos humanos, con oficinas en Perú, señala que, “A partir de lo que plantea la Neurociencia, la diversidad cognitiva es un factor clave para el mejor funcionamiento de los equipos de trabajo. La diversidad genera ideas innovadoras, “pensar fuera de la caja” para lograr mayor eficiencia y explorar nuevas formas de hacer las cosas. Por eso, a la hora de reclutar talentos es importante identificar esas distintas tipologías cognitivas para enriquecer a los equipos. Esto sumado a fomentar ambientes de trabajo de confianza y seguros psicológicamente -la manifestación abierta de reconocimientos, el acompañamiento y la crítica constructiva cuando ocurre un error- es el sustrato ideal para armar equipos seguros, fuertes, creativos, cuya performance muestre resultados que trasciendan la suma de las individualidades”.
Existen diversos estilos cognitivos, esto es, maneras de organización mental de la información externa e “interna” (experiencias pasadas, intuiciones) que, a la vez, determinan los “estilos de aprendizaje” de cada persona, distintas formas de percibir y analizar lo que sucede.
Según David Kolb, los estilos de aprendizaje se basan en dos ejes principales:
Experimentación activa-observación reflexiva, Conceptualización abstracta-experiencia concreta. Al cruzar estos ejes aparecen cuatro estilos de aprendizaje que definen las reacciones de los miembros de un equipo:
- Acomodador (concreto y activo): Es pragmático y activo, sociable, empático, abierto y transparente. Actúa, fortalece y empodera al equipo a través de su confianza.
- Divergente (concreto y reflexivo): Es sociable, creativo, intuitivo, pero también observador. Tiene ideas nuevas y las plantea sin temores. Muchas veces es el promotor de innovaciones.
- Asimilador (abstracto y reflexivo): Es reflexivo, genera modelos y establece patrones, menos empático y sociable. Es un buen organizador para el equipo, ordenado y meticuloso.
- Convergente (abstracto y activo): Es de teorizar, analítico, deductivo, hermético, poco empático. Busca la mejor ecuación costo/beneficio. Es ágil en su pensamiento lógico.
“Para lograr un funcionamiento más eficiente, los equipos deben contar con esos diversos perfiles que se complementan. De su interacción surgen las ideas más innovadoras y posibles de ser llevadas a cabo. La diversidad cognitiva de los equipos estimula la creatividad, promueve el análisis, conduce a estrategias asequibles y acciones concretas ejecutadas en tiempo y forma, lo que lleva al éxito del equipo y del negocio”, finaliza la experta