Si bien la pandemia del coronavirus ha ocupado los titulares del último año y medio, esto no quiere decir que sea el COVID-19 sea la única enfermedad infecciosa que debe preocupar a los peruanos. En nuestro país, la situación de la malaria o paludismo, endémica en la costa norte, la selva amazónica y la selva central, es también preocupante.
A lo largo del 2020, se registraron en todo el país un total de 15.334 casos de malaria. En nuestro país, el parásito responsable pertenece a la especie Plasmodium Vivax, a diferencia de otros países, donde la especie Plasmodium Falciparum es la más frecuente. La variedad presente en nuestro país es más agresiva y produce una mayor mortalidad, especialmente para los niños infectados.
“Actualmente, existe un problema en la detección de esta enfermedad. El diagnóstico es, en cierta manera, un poco complejo. Uno debe sacar una gota de sangre, expandirla en una lámina y observarla; pero la persona que la vea debe ser experimentada, para que pueda reconocer el parásito”, explica Julio Valdivia, director de Bioingeniería de la Universidad de Ingeniería y Tecnología (UTEC).
Otra opción de diagnóstico requiere de otras técnicas rápidas que son aún más complicadas, como la reacción en cadena de la polimerasa (PCR), la cual necesita un laboratorio con diferentes temperaturas, para amplificar genes, para ver si el gen del parásito está presente en esa sangre que se ha tomado la muestra. Estos métodos no siempre son viables al interior del país y requieren de recursos que no siempre se encuentran disponibles.
Para encontrar una solución a esta problemática, el Centro de Bioingeniería de UTEC, en colaboración con Cleveland Clinic, viene investigando el desarrollo de un test de bajo costo para el diagnóstico rápido de malaria, gracias al financiamiento de Concytec y el Banco Mundial.
“El proyecto consiste en lograr un sistema más efectivo y rápido para el diagnóstico de la enfermedad. La intención es lograr que una muestra de sangre entre a dicho sistema y este separe los glóbulos rojos sanos de los que están enfermos. Al separar el parásito, la ventaja es que este se puede cultivar libremente e investigarlo. A nivel de diagnóstico, lo importante es que sabremos si la sangre está infectada. Además, vamos a buscar más sensibilidad para diferenciar las especies de plasmodium”, detalla el especialista.
Pero las ventajas de este proyecto no se quedan solo en el diagnóstico. El objetivo del proyecto es que, en el futuro, la sangre sana pueda retornar al organismo, como un sistema de diálisis, gracias a la tecnología que permitiría distinguir y separar a las células infectadas. A la larga, esta tecnología podría aplicarse a otras enfermedades y no solo a la malaria. Se podría realizar esta herramienta, por ejemplo, con células tumorales; es decir, separar células tumorales de células sanas.
“En el Centro de Investigación de Bioingeniería (BIO), de UTEC, buscamos generar tecnologías y soluciones accesibles para los mercados regionales. Por ello, nos mantenemos a la vanguardia y venimos implementando diversas líneas de investigación como telemedicina, bioprocesos, biomecánica, robótica médica, microfluídica, ingeniería de tejidos, biología sintética, entre otros”, finaliza Valdivia.
Cabe recordar que el proyecto viene siendo desarrollado por los investigadores Danny Van Noort, Nicolás Thorne, Julio Valdivia, Julien Noel, Ramiro Moro, José López, Aaron Fleischman, Oscar Escalante, así como por los tesistas Rocio Egoávil y Luis Flores.