
Una investigación de la Saïd Business School de la Universidad de Oxford encontró que los trabajadores felices son un 13 % más productivos. Es decir, no se trata solo de sentirse “bien”, sino que ese bienestar subjetivo se traduce en un mejor rendimiento real: mayor velocidad en tareas, mayor eficacia y mejores resultados concretos.
Otro estudio del Oxford Wellbeing Research Centre analizó datos de casi 1.000 empresas en EE. UU., basados en encuestas de empleados sobre satisfacción laboral, propósito, felicidad y niveles de estrés. Los resultados fueron contundentes: las empresas con mayores niveles de bienestar reportan mejor rendimiento financiero, mayor retención de talento, menos rotación y una performance superior en comparación con benchmarks estándar del mercado.
La conclusión es clara: el bienestar no es un “lujo” o un “bonus nice to have”. Es un factor estratégico que influye directamente en la capacidad de la empresa para desempeñarse, crecer y sostenerse en el tiempo.
Como creadora y promotora del Modelo MASBE, esta evidencia respalda lo que siempre he planteado: el bienestar laboral no debe improvisarse, debe gestionarse con rigor, intención y datos.
- Diagnóstico integral: Si un trabajador feliz es un trabajador más productivo, entonces necesitamos diagnosticar no solo la ausencia de malestar, sino la presencia activa de factores que promuevan la motivación, el sentido, la satisfacción y el bajo estrés.
- Gestión basada en datos: Un simple programa de “bienestar” sin medir su impacto es como una campaña de marketing sin retorno de inversión. El MASBE permite establecer KPIs de bienestar que se cruzan con indicadores de negocio —por ejemplo, rotación, ausentismo, engagement, cumplimiento de objetivos— y observar su evolución en el tiempo.
- Intervenciones alineadas: La evidencia oxoniana muestra que el bienestar de los empleados predice el rendimiento empresarial. Por lo tanto, no podemos diseñar intervenciones inconexas o aisladas. Hace falta estructurar una hoja de ruta estratégica, con acciones técnicas y culturales, que optimice el sistema completo: personas, cultura y proceso.
- Mejora continua: Los hallazgos de Oxford también nos recuerdan algo crucial: el bienestar no es estático. Las organizaciones cambian, las personas cambian, los retos cambian. Por eso necesitamos modelos que no se queden en diagnósticos puntuales, sino que construyan ciclos de monitoreo, retroalimentación y ajuste constante.
Hoy más que nunca, invito a los líderes de RRHH, los directivos y los equipos de bienestar a replantear el bienestar laboral como un eje estratégico de productividad y sentido organizacional. No se trata de agregar un “programita más”, sino de integrar el bienestar como parte del ADN de la gestión empresarial.
Mi compromiso con el Modelo MASBE es aportar esa estructura: diagnóstico riguroso, co-construcción participativa, intervenciones alineadas y mejora continua con intención. Si queremos que las organizaciones prosperen de forma sostenible, debemos diseñar el bienestar con la misma rigurosidad que diseñamos la estrategia, el proceso o la innovación.
El camino hacia una cultura organizacional más humana, efectiva y resiliente empieza por ese primer paso: diagnosticar con intención y gestionar con propósito.
(infocapitalhumano.pe)