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En un entorno global cada vez más complejo e interconectado, las empresas enfrentan desafíos que van más allá de la rentabilidad. La sostenibilidad y la reputación son activos clave para garantizar la continuidad, un crecimiento responsable y un aporte positivo a la sociedad. Ante esta realidad, el liderazgo ético, transparente y con propósito se impone como una necesidad ineludible.
Nuestro país vive un momento decisivo para fortalecer estas prácticas y consolidar un nuevo estándar corporativo. Tradicionalmente, el gobierno corporativo se ha asociado al cumplimiento normativo y la gestión de riesgos legales y financieros. Hoy, esta visión evoluciona hacia un modelo integral que crea valor sostenible para todos los grupos de interés y la gobernanza ha dejado de ser un mero requisito para convertirse en una ventaja competitiva.

Este cambio redefine el papel de las juntas directivas y sus líderes ejecutivos. Además de supervisar la gestión y proteger los activos, deben promover una cultura basada en principios éticos, transparencia y responsabilidad social. Dicho enfoque fortalece la confianza de los stakeholders y aumenta la resiliencia frente a crisis económicas, sociales y ambientales.
En este contexto, la transformación cobra especial relevancia ante la creciente presión ciudadana y regulatoria para elevar los estándares de integridad y compromiso social empresarial. Paralelamente, inversionistas nacionales e internacionales valoran con mayor rigor las prácticas ambientales, sociales y de gobernanza (ESG). Integrar estos criterios mejora la reputación corporativa, facilita el acceso a financiamiento y atrae talento alineado con la visión de sostenibilidad.
La gestión de riesgos es un pilar esencial, no solo para minimizar contingencias, sino para identificar y abordar riesgos reputacionales, éticos y sociales que afecten la continuidad. En entornos volátiles, inciertos, complejos y cambiantes (VUCA), así como frágiles, ansiosos, no lineales e incomprensibles (BANI), los comités de riesgos y cumplimiento adquieren un rol estratégico para que las organizaciones prosperen.
La adopción de tecnologías financieras, inteligencia artificial y análisis de datos fortalece la transparencia, la gobernanza, la toma de decisiones informadas y la comunicación clara. Estos avances deben integrarse en una agenda común con reguladores, gremios empresariales y sociedad civil, consolidando un ecosistema alineado con estándares internacionales, que fortalezca la reputación del país e impulse un desarrollo económico inclusivo y sostenible. Gobernanza y gestión de riesgos son pilares de reputación y resiliencia en un mundo que exige transparencia y liderazgo ético.
(forbes.pe)









