
Nadie duda de la relevancia de las exportaciones peruanas, especialmente de las no tradicionales, por su impacto en la generación de divisas, empleo formal y desarrollo regional sostenible. Este sector refleja la capacidad del Perú para transformar, innovar y competir con calidad en los mercados internacionales.
Cada contenedor que parte al extranjero lleva más que productos con valor agregado: transporta el esfuerzo de miles de peruanos que integran las diversas cadenas productivas. Desde distintas regiones, productores, técnicos y empresarios contribuyen al crecimiento nacional. Apostar por este segmento es, por tanto, apostar por un modelo económico más equilibrado, inclusivo y resiliente frente a crisis externas.
Actualmente, cerca del 75% de la oferta exportable peruana (en valor FOB) está compuesta por productos tradicionales, principalmente minerales. Esta concentración nos hace vulnerables a la volatilidad de los precios internacionales, como ocurrió tras la crisis hipotecaria en Estados Unidos, cuando nuestras exportaciones se redujeron significativamente. En el 2009, los despachos totales cayeron en 13%; los tradicionales, 11% y los no tradicionales, 18%.

Tras la pandemia, el sector logró una recuperación sostenida. Entre enero y agosto de este año, las no tradicionales sumaron US$ 14,326 millones, registrando un incremento de 18.1%. Sobresalieron la agroindustria, el sector químico, la pesca y acuicultura y la siderometalurgia. Sin embargo, hay otros con gran potencial como textil-confecciones y joyería, que están perdiendo tracción.
Cada uno de ellos conforma una cadena de valor que conecta el campo, la industria y los servicios logísticos con los mercados internacionales, generando empleo y bienestar. Según cifras del CIEN-ADEX, entre enero y agosto de este año, las exportaciones no tradicionales generaron 877,928 empleos directos en todo el país, contribuyendo a reducir la pobreza y fortalecer el tejido productivo regional.
La agroindustria fue el motor principal con 646,724 puestos de trabajo directos (43.8% del total). Su crecimiento se debe a la expansión de productos como paltas, arándanos, mangos, uvas y espárragos. Este sector articula a productores, técnicos, ingenieros, transportistas y trabajadores de planta, consolidándose como un verdadero eje de inclusión económica y social.
El reto del sector público-privado es identificar nuevos productos con potencial exportador y promoverlos, de modo que el desempeño del país no dependa exclusivamente de los precios de los commodities. Para ello, se requiere seguridad, predictibilidad, estabilidad jurídica, infraestructura adecuada y la eliminación de barreras sanitarias y paraarancelarias que aún limitan nuestro acceso a nuevos mercados.
Asimismo, resulta clave consolidar marcos normativos que fomenten la competitividad, como la nueva Ley Agraria, la Ley marco para la Implementación de Zonas Económicas Especiales Privadas (ZEEP) y la Ley que impulsa la competitividad y el empleo en sectores textil, confecciones, agrario y riego, agroexportador y agroindustrial.
El desempeño de las exportaciones no tradicionales reafirma una verdad esencial: diversificar impulsa el crecimiento y fortalece la economía. Las empresas que se atreven a expandir fronteras demuestran que el Perú puede competir con productos de calidad en el mundo. El compromiso de las nuevas autoridades será decisivo para consolidar esta ruta y asegurar un desarrollo sostenido, inclusivo y con valor agregado. Así podremos transformar el país que tenemos en el Perú que soñamos.