La actualidad del crecimiento económico actual en el mundo tiene mucho que ver con su vinculación con la tecnología de última generación. Es una realidad que no escapa a los agentes económicos, y como tal, están atentos a estas variables también, además de las clásicas.
Diego Macera, miembro del directorio del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP) recordó por ello que en agosto pasado salió un informe del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT por sus siglas en inglés) según el cual muchos emprendimientos empresariales basados en inteligencia artificial (IA) terminaban en falla o no cumplían las expectativas. El reporte estima que un buen predictor sobre cómo le irá a una iniciativa de este tipo era ver si las compañía que los impulsaban querían hacerlo solas o de la mano con agentes de servicio especializados. “El principal aprendizaje de este estudio es que eso del “taylor made” o “hecho a la medida” no funciona. Tiene que haber la orientación de alguien que sepa cómo se hace”, remarcó.
El rumbo económico
Durante un conferencia organizada por SAP en el Perú, Macera hizo un revisión del devenir económico del país en las últimas décadas, recordando especialmente el salto dado desde 1992, año en que éramos de las naciones con peores índices económicos del mundo a ser de los primeros. Y de hecho, desde entonces, Perú se ha mantenido como uno de los países con menor inflación promedio en la región entre los países que cuentan con moneda propia.

El economista pone de ejemplo claro el valor del dólar, que es una variable sensible. En 25 años del nuevo siglo, en Perú se necesitan prácticamente la misma cantidad de soles para comprar un dólar, mientras que otras monedas se han devaluado notablemente frente al billete verde: Chile en 64%, Colombia en 82%, México en 98%. “Esa característica especial de la economía peruana hace parecido al Sol con el Franco Suizo”, apuntó.
Sin embargo, el influjo de esta estabilidad monetaria en el plano social y económico se tiene que ver con otros referentes, especialmente con el índice de pobreza. Comentó en esa línea que la estabilidad social de un país depende mucho de su clase media, y que esta había avanzado hasta hace pocos años, pero que, desde la pandemia y los mayores conflictos políticos, sufrió un bajón importante.
Así, en el año 2004 la clase media alcanzaba al 19% de la población, es decir, a 1 de cada 5 peruanos. Y en su mejor momento, que fue en 2019, llegó a ser de 2 de cada 5, con lo que 40% de peruanos podían considerarse en esa categoría, según los estándares del Banco Mundial. Con la llegada de la pandemia el índice retrocede hasta casi la mitad, y desde entonces hemos intentando resurgir con varios inconvenientes, aunque se espera que este 2025 cierre con buenas señales.
Este año, explicó, el país se recupera de contracciones de años anteriores, con un impulso positivo que viene desde finales de 2024. Entre los buenos indicios que se están registrando, citó que entre enero y julio de 2025 se está pagando a los trabajadores formales un 9% más en nominal y 7.5% en términos reales. Se suma que a julio de este año la importación de insumos industriales tuvo crecimiento acumulado de 19%, y la importación de bienes de capital, en el mismo periodo, también creció casi 19%. “Por donde lo mires, la economía peruana va a una velocidad adecuada. No es el 6% que tuvimos alguna vez, pero los indicadores pintan un 2025 bastante bueno, con un PBI interno del 7%”, refirió.
Un aspecto de la economía al que también se está empezando a prestar atención es la moneda circulante en la economía, donde se ve que las billeteras digitales como Yape o Plin están acaparando las transacciones de monedas y billetes hasta 20 soles. La proporción también empieza a ser relevante para billetes de 50, pero más allá de ese valor, no hay demanda grande de personas regulares por billetes de 200 (sí de 100). Lo curioso es que los billetes de esa máxima denominación sí están siendo solicitados en otro espacios fuera el circuito regular.
El dato estadístico clave aquí es que los pagos digitales acumulados han tenido un crecimiento acumulado de 10% entre enero y julio, lo que ha mermado en parte las transacciones en tarjeta de crédito y débito.
Fin de 2025, lo que viene en 2026
Para los periodos 2025 y 2026, Diego Macera considera que el Perú debe ser el tercer país con más crecimiento en la región, solo superado por Paraguay (una economía bastante más pequeña) y Argentina (por un efecto ‘rebote’). Esto significa para nuestro país un crecimiento del 3.2% para este año y 2.9% para el próximo, lo que para los negocios consolidados es una base estable para sostenerse.
Una de las dinámicas que están ayudando al Perú en la corriente económica actual es que los precio de los productos que importamos, como el petróleo, trigo y soya, no han subido mucho en los últimos años, en tanto que sí lo hacen los valores de nuestros principales productos de exportación como el cobre y el oro.
“Esa es la suerte de la presidente Dina Boluarte, que sin hacer demasiado, el país ha tenido una expansión natural positiva a partir de mejores precios. Y el próximo año se espera que sea igual. La figura del vaso medio vacío es que el Perú podría estar creciendo al 4 o 5% con estos precios espectaculares. Si no tenemos una elección muy mala en 2026, con estos precios sería suficiente para crecer a 4 o 5% con una administración que demuestre predictibilidad. Es cierto que necesitamos reforma laboral, servicio civil, pero si no se puede, con tener estabilidad se haría un montón por cinco años”, previó.
A pesar de todos los vaivenes que se han sumado en el curso económico, la proyección para el cierre de este año deja un dato resaltante: será el primero en la historia en que Perú romperá la barrera de los 50 mil millones de dólares recibidos por inversión de todo orden. “Nunca había pasado, a pesar de la parte política, nunca hubo tanta inversión privada como este año. No hay nada mágico con este número, pero es bueno para vender la idea de que el Perú avanza y que el próximo año podríamos legar a los 60 mil millones de dólares”, estimó.
El analista plantea así que la confianza en la economía peruana se va restableciendo lentamente luego no solo de la pandemia, sino del gobierno de Pedro Castillo en 2021 y 2022. La recuperación se empezó a ver desde 2024 y ha venido creciendo, aunque con las elecciones presidenciales del próximo año pueda haber alguna alteración.
Sobre ese acápite, recordó que en el exterior llama la atención cómo con una presidente con una aprobación de 5%, que es básicamente margen de error, no afecte directamente la economía. Tanto así, que serán los temas de corrupción y crisis política seguramente los que dominen el debate en la campaña, y no tanto lo económico a pesar de los bajos ingresos.
Riesgos externos e internos
Fuera de ello, para el futuro, señala, las preocupaciones del Perú deben estar en el repliegue de las estructura del comercio global, como sucede con la política arbitraria de aranceles que está ejerciendo el actual gobierno de Estados Unidos, y que debilita el sistema de gobernanza global en esta materia donde están entidades como la Organización Mundial de Comercio. A pesar de ello, el Perú puede manejarse con el arancel de 10% que se le ha impuesto, considerando que otros países, en Asia especialmente, han recibido un trato mucho peor.
Otro aspecto que está causado preocupación actualmente es que medio millón de empresas industriales en China están a pérdida, lo que es mucho más que años anteriores, y podría generar desaceleración no solo de esa economía, sino a nivel global.
Y a nivel local, lo más peligroso en el horizonte son las economías ilegales, como la del oro, que este año exportará 12 mil millones de dólares de forma clandestina, una magnitud de dinero que sirve para mantener todo el ecosistema político, económico y social que lo sostenga en el tiempo. Es una problemática que se debe pensar no solo por su impacto e infiltración posible en las próximas elecciones de presidencia y congreso, sino especialmente en la que viene de gobernadores regionales y alcaldes. Esto en un contexto en que los ministros del Interior duran pocos meses sin posibilidad de elaborar ni un plan.
Finalmente, sobre el próximo presidente del Perú, Diego Macera dijo que no es necesario que sea un gran estadista, pero sí que permita predictibilidad al país, que con una base mínima de estabilidad podría crecer hasta 5% anual. “Perú tiene la fuerza para hacerlo, pero necesitamos que nos den unos cinco años de calma, es a lo que podemos aspirar de forma real, para crecer a ese nivel y eso no haría un país muy diferente”, concluyó.