De acuerdo con la ONU, el 70% de la población residirá en zonas urbanas para el 2050. En consecuencia, se estima una sobrecarga de los servicios públicos como la gestión de residuos, el abastecimiento de agua, y la congestión en carreteras y sistemas de transporte, lo que contribuye a los problemas de contaminación y el subdesarrollo urbano.
Por ello, las ciudades inteligentes se muestran como una solución innovadora, pero a la vez imperativa, enfocándose en mejorar la eficiencia energética, la conectividad, la predictibilidad y por ende la calidad de vida de la población usuaria. Esto mediante la mejora en las telecomunicaciones, la implementación de Inteligencia Artificial (IA), IoT (Internet de las cosas) y energía renovable, consumo de energía responsable y con residuales a niveles muy bajos.
Dentro de las ciudades inteligentes encontramos los Smart Buildings o edificios inteligentes, los cuales cuentan con sistemas de gestión de control y monitoreo (BMS), haciendo uso de controladores y sensórica mediante conectividad física o inalámbrica. Además, cuentan con tecnología IoT para analizar datos y optimizar la gestión interna/externa del recinto. Es así como, haciendo uso de estas plataformas, es posible automatizar sistemas de agua, desagüe, calidad de la energía, extracción de gases, inyección de aire, ascensores, detección de incendios, controles del acceso, la gestión en iluminación o la climatización.
Por ello, Siemens, compañía global protagonista en digitalización de industrias y ciudades, comparte 4 beneficios de la implementación de edificiones inteligentes:
- Eficiencia energética: los edificios inteligentes utilizan sistemas de automatización para optimizar y gestionar el consumo de la energía con sensórica, sistemas de iluminación y climatización inteligente, incluso llegando a reducir la huella de carbono.
- Ahorro económico: automatizar los diferentes sistemas electromecánicos dentro del edificio mejora la gestión de los recursos, reduce y predice los ciclos de mantenimiento, lo que se traduce en un ahorro de costos mensuales tanto a nivel general como de cada espacio en la edificación.
- Mejora de la productividad: utilizar una Iluminación adecuada, tener un control real de temperatura, calidad del aire o contar con sistemas de gestión del espacio son ejemplos de cómo los edificios inteligentes contribuyen a crear un ambiente más cómodo y eficiente para las personas que viven o trabajan en el lugar.
- Seguridad: los edificios inteligentes deben contar con plataformas de seguridad avanzadas y predictivas, que interconecten y permitan a los diferentes sistemas conversar entre si ante potenciales desastres. Algunos ejemplos son ascensores con detección temprana de incendios, sistemas de extracción e inyección de aire. Todo ello contribuye con mantener un entorno seguro para las personas.
Aunque la ciudad de Lima ha avanzado en su transformación para convertirse en una ciudad inteligente, todavía tiene un largo camino por delante. De acuerdo con el ranking IESE Cities in Motion, Lima se encuentra en el puesto 11 entre las urbes más inteligentes ubicadas en América Latina de un total de 27, por debajo de Santiago de Chile y Buenos Aires en Argentina, ciudades que encabezan la lista.
Los edificios inteligentes son una realidad, y cada vez más organizaciones apuestan por digitalizar la gestión de sus sistemas a fin de hacerlos más sostenibles.