El Grupo AJE se ha puesto como meta llevar adelante una auténtica “revolución natural” que, a la vez que desarrolla una industria de alimentación sana, fomenta el necesario cuidado de entornos altamente vulnerables como la Amazonía peruana.
Este trabajo se hace patente a través de la iniciativa “Amarumayu” que dicha empresa peruana de carácter global impulsa por el mundo desde nuestro país a través de pacto con las comunidades de reservas naturales para que se comprometan a recolectar frutos exóticos para elaboración industrial de jugos naturales a cambio de que los bosques se preserven.
Gianina Jiménez, líder de comunicaciones, sostenibilidad y asuntos corporativos del Grupo AJE, contó durante la edición del foro Perú Sostenible de este año que, a la fecha, se encuentran trabajando con 200 familias ubicadas en parques naturales como son el Pacaya Samiria, el Manu, la Reserva Natural Allpahuayo Mishana y la Reserva Nacional de Pacacuro, abarcando un total de 7 millones de hectáreas.
“Buscamos primero trabajar directamente con las comunidades y que ellos entiendan el valor de preservar el bosque en pie, de respetar los ciclos de naturales y de la recolección sostenible. Nosotros les aseguramos la compra del super fruto todo el año, y de esa forma no se ven afectados por la volatilidad del precio, con lo que su calidad de vida mejora”, explicó.
Hasta el momento, la empresa ha comprado más de 1 millón de kilos de productos como camu camu y aguaje, los que se convierten en insumos de las bebidas que finalmente se venden en mercados de Estados Unidos y América Latina, con un próximo desembarco en Asia y Europa. El producto, bajo la marca ‘Bio Amayu’, destaca por ser el primer jugo del mundo reconocido como Climate Positive Certified, ya que, más que carbono neutro, es carbono positivo.
“Tenemos el caso increíble de una comunidad en Pacaya Samiria, donde tenemos aguaje, y los jóvenes terminando el colegio se iban de la zona porque no encontraban un oficio para ocuparse. Ahora están regresando y son escaladores que recogen el aguaje de manera sostenible, evitando así que se tale la palmera del aguaje que es vital para preservar la selva”, refirió.
El ejemplo ha empezado a expandirse y se trabaja ya en desarrollar cadenas de valor similares en Colombia y Ecuador con sus frutos exóticos y poco explotados, siempre con la mirada puesta en la conservación. Además, algunos productores peruanos han viajado para enseñar a sus hermanos de esos países cómo trabajar en este tipo de proyectos. Un impulso similar se está tomando en Tailandia, donde el foco está puesto en la flor de coco que tienen muchas propiedades.