Con más de 150 productos, entre los que destacan marcas como las conservas Valle Alto o el sazonador Nakamito, el Grupo Santis cuenta con varias líneas de negocios en las que está destacando como protagonista de la industria alimenteria. En ese marco, uno de sus más recientes hitos ha sido la colocación de un primer contenedor de uva pasa en el mercado de Brasil.
Francisco León, jefe de ventas internacionales de Grupo Santis, explica que este último logro corresponde a la línea que maneja Santis Fruits, que es una marca del grupo enfocada mayoritariamente en la comercialización de pasas. Es un nombre con el que exportan ya a más de 40 países desde Chile, y que en 2021 se vio reforzado con la implementación de una planta en el distrito limeño de Santa Anita para el procesamiento de pasas y que cuenta con certificación del Senasa de Perú.
“Para la línea de negocios de exportación desde Perú, el mercado más importante es México, también Ecuador, Colombia, y Taiwán, que lo hemos aperturado este año; a España lo tenemos desde el año pasado, y, recientemente, Brasil. Desde Chile, la empresa exporta pasas desde 2002 a toda Europa, Estados Unidos, Asia, Japón, Medio Oriente. Tenemos llegada a casi todo el continente con nuestra marca”, apunta.
El conocimiento que ha traído la empresa desde Chile se está replicando en Perú, ya que, señala el ejecutivo, “vemos que el mercado de la uva de mesa de exportación son similares”. Contó así que la historia del producto empezó hace 50 años, cuando en el país vecino del sur empezó el ‘boom’ de la uva pasa, que se forjó con los descartes de la uva de exportación. “Hay potencial para desarrollar la pasa de uva en Perú, con la ventaja de tener dos cosechas al año: al sur en Ica, y al norte en Piura. Esto permite tener el producto estable todo el año y de alguna manera eso beneficia a los clientes porque siempre traemos productos de nuevas cosechas”, detalla.
La planta de Santa Anita del Grupo Santis es relativamente nueva, pero crece de manera progresiva, por lo que hoy tiene una capacidad de procesamiento de 400 toneladas mensuales, con picos de producción en dos temporadas que son abril, mayo y junio; y entre agosto, septiembre, octubre y noviembre. Así, anualmente se producen unas 3,200 a 3,400 toneladas de pasas, lo que implica procesar de 15 mil a 17 mil toneladas de uva.
Hito en el mercado de Brasil para la pasa peruana
El producto final tiene a México como destino del más del 70% de los envíos. De hecho, explica el ejecutivo, ese destino solo podría demandar todo lo que se produzca y mucho más. Se trata de un mercado consolidado. En cambio Brasil, que es nuevo destino para Perú, se abrió por factores coyunturales aprovechados, como fue que la pasa de Argentina, que suele comprar Brasil, no tuvo cosechas buenas y está sometida a condiciones de mercado que no son favorables.
“La regulaciones de Brasil tienen parámetros de calidad que las pasas argentinas tienen dificultades para cumplir. Eso ha hecho que Brasil mire a otros países como Chile. Y Brasil también se está fijando ahora en Perú como nuevo origen. Somos los primeros en enviar exportaciones a Brasil de la mano con nuestros socios comerciales allá. Este mes vamos a cargar más contenedores y seguiremos en el año, porque ha comenzado a gustar el producto. Tenemos el tamaño, la calidad y buen precio. Ha sido un recorrido de varios meses porque la pasa ni siquiera estaba homologada en Brasil, entró como nuevo origen. Las regulaciones fueron complicadas, no sólo con el cliente, sino con la aduana del país, y ha sido todo un reto. Desde que embarcamos a mediados de julio, hasta que entró el contenedor que ha sido en septiembre. Tomó tiempo, pero ya abrimos la puerta para el mercado de Perú”, relató Francisco León.
Este primer envío logrado por Grupo Santis en el mercado brasileño consistó de un contenedor de 20 toneladas métricas. En lo que resta de 2023, la idea es colocar unas 140 toneladas más. Si bien no es un volumen grande aún, los despachos medidos han logrado ya encender el gusto en los consumidores, lo que abre la oportunidad a crecer de manera progresiva. Es un modelo que, explica León, aplican en varios mercados, ya que entrar a un nuevo país con cantidades grandes impediría hacer correcciones o adaptaciones.
Precios y labor interna
En cuanto a los precios, las pasas a nivel internacional tienen un valor estable, apunta el vocero, aunque depende siempre del origen del producto y del mercado al que se entrega. En el caso de la pasa chilena, por ejemplo, se estima un valor de entre 18 a 20 dólares; la pasa turca de 21 a 24 dólares; la argentina de 20 a 24 dólares (subió por la poca cosecha). En el caso de la pasa peruana, la estrategia es estar en valor por debajo de la chilena para entrar a competir -considerando además que tiene pocos años de producción-, y empezar a hacer escala de precios. En este punto, es clave sostener una calidad de alta exigencia, ya que el mercado se fija en aspectos como el color, tamaño del producto, que esté bien calibrado y que no tenga materias extrañas.
Todo este trabajo empieza en los acuerdos que el Grupo establece para la adquisición de la uva a través de dos modelos. Uno, que es la compra a los exportadores de uva de mesa; y el otro que es la compra directa a los secadores de pasa como materia prima. Este insumo se calibra, lava y desaceita en la planta de Santa Anita, donde luego se coloca en bines (contenedores) de 500 kilos para almacenar y acudir a ellos conforme están los pedidos.
Planes de expansión y el interés en Japón
El interés de la empresa ahora, explica Francisco León, es ingresar con más fuerza a Europa, con la mira puesta en países como Turquía, Polonia, España (a este último con más producto, puesto que ya se encuentran ahí). Y a esto suman la interés especial en Japón, que es altamente exigente para otorgar la apertura, pero que tiene preferencia por las pasas bastante grandes, un producto que se da en el Perú y que otros destinos no estiman. “Este es un producto más de nicho que otros países no pueden surtir, pero Perú sí puede. Queremos enfocarnos también en este tipo de productos más de nicho que es grande, vistoso, y que no se aprecia tanto en Latinoamérica, para así entrar con fuerza en los mercados asiáticos”, dijo.
Con estas perspectivas, Francisco León está seguro de que Perú puede competir con potencias como Chile que mueve cerca de 50 mil toneladas de pasa al año. Es una labor que, estima, puede tomar una o dos décadas pero sobre el que se han dado ya los primeros pasos enarbolando la calidad de nuestro producto. En ese objetivo tendrán que integrarse más empresas que sumen a la capacidad productiva. “Podemos posicionarnos como potencia tanto en uva de pasa como en uva de mesa”, declara.