Desde su aparición en el entorno informático, el concepto de “Agility” ha saltado a cada vez más industrias y pronto se convertirá en una forma de trabajo estándar esperable en cualquier empresa, sin importar el tamaño o su rubro. Johnny Ordóñez, director de Fundation de Agilidad de NTT DATA Perú y Ecuador, explica que, en el caso peruano, este tipo de iniciativas empezó en la industria de la banca.
“El Perú es un referente de agilidad”, señala el ejecutivo, y recuerda cómo fue la banca el sector donde más líderes aparecieron dispuestos a aplicar este concepto hace siete años con pequeños pilotos no sólo para el desarrollo de productos. sino para dinámicas internas de sus organizaciones en áreas como recursos humanos, gestión de personas y demás.
Ordóñez tiene claro que la tendencia de agilidad se está dando en tres olas a lo largo del tiempo. La primera, durante el siglo pasado, vinculada originalmente a la industria de desarrollo de software, donde el objetivo era que los equipo entreguen mejor trabajo más rápido. La segunda corresponde a la escala, que significó la aplicación del modelo a diversas áreas de las empresas, como sistemas, marketing, legal (esto sucedió en 2001). Y la tercera, que empieza en 2017, ya no enfocada exclusivamente en el trabajo, sino en ver cómo podía contribuir a los resultados de negocios innovando, siendo una organización más flexible y adaptativa. “Las empresas peruanas se están montando en la tercera ola”, dice el especialista.
En el caso de nuestro país, refiere que la banca fue la primera industria en apostar por la agilidad gracias a características propias como su inherente interés por la innovación en un entorno de consumidores que cada vez exigen más, así como su capacidad económica para disponer presupuestos específicos para esta materia. Ese mismo camino ha seguido luego la industria de telecomunicaciones y de las aseguradoras. Es un impulso que se expande a más sectores como minería, gas y petróleo, agroindustria, donde están ya dados los primeros casos.
Los cuatro valores fundamentales
El vocero de NTT DATA explica que en la idea de Agilidad existe un ‘core’ de cuatro pilares fundamentales que perfilan la filosofía de trabajo. El primero de ellos es poner a los individuos y las interacciones por encima de los procesos y herramientas, es decir, priorizar a las personas y su comunicación.
El segundo valor que aplica es mostrar constantemente al mercado un producto funcional, no un plan, sino entregas pequeñas periódicas que permitan la validación del producto que se está desarrollando y no esperar a verlo terminado para descubrir sus defectos o mejoras necesarias.
Un tercer aspecto que se valora es la capacidad de responder a los cambios requeridos por encima del cumplimiento de una planificación férrea. Esto responde a la velocidad de las evoluciones en el entorno digital y empresarial de nuestros días, lo que no deben plasmarse en planes rígidos sino flexibles.
El cuarto valor consiste en detenerse cada cierto tiempo para examinar qué funciona y qué no, hacer ajustes y planificar el siguiente paso. Es una mejora continua de las lecciones aprendidas.
Las PYME y los retos generacionales
Recientemente, la empresa presentó un estudio de agilidad en que encuestó a 388 representantes de organizaciones de Latinoamérica líderes en sus rubros. Entre los beneficios de la agilidad se lista a la experiencia del cliente, el time to market, la eficiencia, la capacidad de adaptación a los cambios y el compromiso de equipo. En Perú, los beneficios esperados son similares, existiendo en el sector financiero una tendencia más marcada hacia la eficiencia. Las que más lo están aplicando son, además de banca, telecomunicaciones y seguros, tecnología, consultoría, petróleo y gas, energía. También, aunque en menor medida, medios de comunicación, marketing, y otros expectantes como retail, agrícola, minería.
Sin embargo, el reporte no exploró al territorio de la mediana y pequeña empresa (MYPE), un área que, reconoce Ordóñez, “es una tarea pendiente”, sin embargo percibe que esas organizaciones ya aplican principios de agilidad.
Una PYME necesita las promesas de eficiencia, time to market y eficacia que provee la agilidad, sobre todo porque sus recursos son escasos y debe asegurar la mayor probabilidad de éxito en cada inversión, reduciendo al máximo los riesgos.
“Si son efectivos, en vez de contratar 15 personas, pueden tener cinco muy efectivas. Necesitamos ver qué hacen las PYME en agilidad, su estrategia de digitalización, sus formas de trabajo. En los próximos años todas las industrias tendrán alguna forma de agilidad embebida, incluidas las PYME”, afirma.
Finalmente, Johnny Ordóñez sostuvo que en este entorno la palabra clave que habilita los cambios es el liderazgo, un tema complejo en América Latina, porque muchas empresas y organizaciones están concentradas en un esquema antiguo donde un solo jefe es el filtro para toda decisión, sin apertura.
“La dinámica de agilidad es de apertura, de servicio, en lugar de tener siempre la razón como jefe, busco habilitar a mi equipo para que construyamos la solución juntos con cada punto de vista, para así tomar una decisión. Es una figura más de couch o de mentor, de alguien abierto a intentar cosas, que si no salen bien dejan aprendizajes. Es un estilo de liderazgo no tan común y hay también un factor generacional”, explicó.
Por ello, su expectativa está tanto en esos líderes de generaciones mayores que muestra apertura, y en los jóvenes abiertos a la colaboración horizontal, capacitados y que empoderan a sus equipos. En ese entorno, la resiliencia es un valor fundamental que podemos explotar como latinos.